Jugar con la nieve

Si no fuera por las cientos de fotos que vimos en las redes de la gente jugando con la nieve,  habría sido un episodio sombrío más, un breve “Resistiré” cantado a capela desde los balcones en mitad del invierno.

Faltan sirenas de emergencia sonando en la oscuridad de la noche y sobran eslóganes de autoayuda. Soñar es un lujo necesario, sin duda, pero deberíamos poder asumir el duelo que significa recibir un temporal así, que está siendo esa relación en la que todo empieza siendo intenso y divertido pero que el paso del tiempo transforma en un panorama árido. Las bolas de nieve del sábado empiezan a ser el hielo que paraliza un millón de realidades.

Si una cosa ha dejado clara este temporal, son nuestras prioridades como sociedad. Estadios de futbol y sus accesos despejados antes que supermercados. “Demagogia”, pensarás. Piénsalo.

Y por si no fuera poco, la idea de un confinamiento domiciliario flota en el aire como un perfume que al pasar al lado de esa mujer, traspasa incluso la mascarilla. Por mi parte, si llega, que me pille levantando una copa de vino, al sol de invierno.

Compártelo