Manel (1)

¿Qué hace que un grupo sea diferente? ¿Qué tecla hay que tocar para trascender la barrera del propio idioma? ¿Qué resorte nos devuelve a la infancia como si fuera un país lejano del que ya apenas sabemos nada?

Era 2011 y los cuatro integrantes del grupo catalán “Manel”, se enfrentaban a un reto formidable: consolidar la idea de que estábamos ante el inicio de una leyenda.

El primer LP: “Los mejores profesores europeos”, los había elevado del plano del suelo para cantarnos canciones que se quedaron en nuestra cartilla de vacunación y nos hicieron propensos a la nostalgia.

“El grupo revelación de 2008”, rezó la crítica de forma casi unánime. Y era cierto, aunque el propio grupo más de una vez  se ha referido a aquel calificativo con ironía. Las canciones que conformaron ese primer disco habían demostrado una madurez asombrosa. Cada una cambiaba de registro para abordar un tema distinto. Acostumbrados como estamos a que los artistas organicen su obra entorno a una inquietud concreta, Guillem Gisbert transitaba por un catálogo de imágenes y emociones muchísimo más amplio.

Gillem había conocido a Roger Martí en el colegio Costa i Llobera de Barcelona y juntos habían tenido un grupo sin muchas pretensiones en el instituto hasta que en 2007 deciden grabar un disco. A este viaje se suman el batería Arnau Vallvé y el bajista Martí Maymó. Todas las canciones que lo componen son magistrales, desde Dona Estrangera hasta La Gent Normal (una versión costumbrista de Common People de Pulp).

Pero hay una canción que me resulta especialmente singular por el manejo que tiene del tiempo: “Plan quinquenal”.

En ella, se dan pinceladas de la vida idílica y costumbrista de una pareja.

Dormías medio agarrada a mi brazo,
ha sonado un claxon de coche atascado,
has abierto un ojo perezoso y callado,
y has vuelto a tu sueño privado.

Subía el café y nos he recordado
bailando en una playa con sombreros mejicanos,
la cara que tenías al ir girando
creo que era de felicidad”

Con el mismo trazo leve se dibuja en mitad de la canción su ruptura. Con un silencio breve nuestro protagonista nos adelanta la idea de un plan a largo plazo para recuperarla.

De momento no te reiré más las gracias,
por una vez he entendido lo que hay.
Pásalo bien, que me borro del mapa
para perpetrar en la sombra un gran plan quinquenal.”

Y es aquí donde ocurre la magia. El plan es tan súmamente desquiciado y arbitrario que enseguida nos damos cuenta de que en realidad no existía. Es magistral la manera en que esta canción reflexiona sobre un tema muy singular: cómo reordenamos nuestros recuerdos para pensar que todo lo que nos ha pasado lo ha hecho por un motivo. La canción continúa con su recorrido por fotografías (casi como cromos) de la pareja en momentos triviales hasta que la repetición de una frase insinúa cuál pudo ser el motivo de la ruptura: “yo que nunca fui hombre de mar, yo que nunca fui hombre de mar”

Y así llegamos al gran plan, un ejercicio de surrealismo que desemboca en un final abierto. El protagonista deja claro con esto todos los tumbos que ha dado y reconstruye de forma abstracta esos últimos cinco años hasta reencontrarse con su ex pareja.

“El primer año compraré una corbata bien larga estampada en tonos crudos,
y, el segundo, los mejores profesores europeos me enseñarán a hacer el nudo.
Para el tercero guardo la antología de los grandes octosílabos que hablan de ti
y, para el cuarto, la edición limitada forrada en terciopelo.
Y el quinto nos cruzaremos por el Eixample y pediremos mesa en un bar de menú.
Sacaré pecho, enseñando la corbata, y entonces, bonita,
dependerá de ti.”

Esta fue la primera vez que entendí la fuerza de sus canciones, su capacidad para colocar la cámara en ángulos extraños y deconstruir las historias para reflexionar sobre la vida, el tiempo y la nostalgia.

Continuará….

 

Letra en castellano

Plan Quinquenal

Dormías medio agarrada a mi brazo,
ha sonado un claxon de coche atascado,
has abierto un ojo perezoso y callado,
y has vuelto a tu sueño privado.
Subía el café y nos he recordado
bailando en una playa con sombreros mejicanos,
la cara que tenías al ir girando
creo que era de felicidad,
creo que era de felicidad.

De momento no te reiré más las gracias,
por una vez he entendido lo que hay.
Pásalo bien, que me borro del mapa
para perpetrar en la sombra un gran plan quinquenal.

Oigo que despiertas, te voy a buscar,
nena tienes café, ¿quieres que tueste pan?
En el periódico nada demasiado estimulante,
poco a poco ya te vas despertando.
Y fumas mirando pasar los coches,
te entregas al aire denso del vecindario,
pienso en proponerte que bajemos al faro,
yo que nunca he sido hombre de mar,
yo que nunca he sido hombre de mar.

El primer año compraré una corbata bien larga estampada en tonos crudos,
y, el segundo, los mejores profesores europeos me enseñarán a hacer el nudo.
Para el tercero guardo la antología de los grandes octosílabos que hablan de ti
y, para el cuarto, la edición limitada forrada en terciopelo.
Y el quinto nos cruzaremos por el Eixample y pediremos mesa en un bar de menú.
Sacaré pecho, enseñando la corbata, y entonces, bonita,
dependerá de ti.

Y entonces todo dependerá de ti.

Música y letra de Gillem Gisbert, Manel.

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