Antes de la guerra

Nos empezamos a preparar para la guerra en broma. Mientras nuestros amigos se preparaban para comprar casas, nosotros hablábamos de comprar diamantes para escapar. A veces, cuando me quejaba de tener demasiada hambre para esperar a la cena, él me preguntaba, ¿qué harás cuando llegue la guerra? Y así nos retábamos a permanecer hambrientos por más tiempo.

Empecé a tallar madera con una pequeña navaja de camping que él me había regalado cuando estuvimos en los Alpes. Me gustaba llevarla a todas partes. Una vez, me hice un pequeño corte sobre la rodilla y me concentré en el dolor. No era para tanto. Realmente era más fuerte de lo que me permitía a mí misma comprender.

No me acuerdo de cómo empezó la lista. Una broma sobre un amigo de un amigo. Pero pronto comenzamos a hacerlo con todos. ¿De qué parte estarían? ¿Son capaces de matar? ¿Se puede confiar en ellos bajo presión? Había enemigos en todas partes.

Íbamos a comprar un barco de vela. Memoricé en los nombres latinos de las plantas medicinales mientras él se perdía entre sus mapas, estudiando los vientos, las estrellas, las costas.

Un invierno, uno especialmente frío según lo recuerdo, montamos la tienda de campaña en el jardín para probar el frío. Los inviernos empeoraron. La guerra nos cambió antes de llegar. Y cuando finalmente llegó fuimos los primeros en caer.

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