Fuckable Men

Marta encuentra entre sus cosas una libreta de cuando era adolescente. En ella están apuntados los nombres de 100 hombres con los que se plantea encuentros de distinta naturaleza.
Marta Díez San Millán

4/100. Ian Hart

Interpretó a John Lennon en una película sobre el quinto Beatle dedicada al máximo lucimiento de Stephen Dorf, cuando parecía que éste lo iba a petar. Un recuerdo que no puede oler más a Avecrem pasadín. Sí.

A mí me molaba su morrito de pato enfadado y sus mohínes de enanito resoplante y enlace sindical del bosque. Tenía el sex appeal del loser, suficientemente potente para permitirle llevar una gabardina en día soleado sin levantar sospechas de exhibicionismo. La gabardina entendida como uniforme para tomar whisky llorando por una mujer promiscua que te rechaza. Sudar el drama en el bar; doler en tu jugo.

Ian y yo nos conocíamos, por supuesto, en un curso de ofimática del INEM. Él, siempre enfadado, siempre jodido, siempre despotricando sobre el gobierno de Margaret Thatcher, siempre haciendo bromas crueles sobre su abuela. Y yo, poniéndome faldas muy cortas y estrechas y escotes absurdos, mordiendo el boli, dándole a la tecla del Bloq Mayus, mirándole fijamente y susurrando: “didn’t bock num. ¡Bloq num!”. Le provocaría poluciones diurnas, espontáneas y públicas de una seriedad tan apabullante que aún en su obviedad nadie señalaría por respeto a la sobriedad británica.

Me invitaría a fish and chips en su casa, cerca del centro cívico de El crucero. Me las serviría en un cono de papel de charcutería y las engulliríamos nimetizados en el ambiente de su hogar, cargado de fritanga y pelusa. Sus besos aceitosos de confianza recién adquirida pero ya extralimitada coagularían mi deseo convirtiéndolo en una porción de nostalgia morbosa de lo que imaginaba podría haber sido vivir en una barriada de Liverpool.