Chasing Amy

A veces uno se encuentra en la vida con casualidades. Algunas personas creen que se trata realmente de señales, de disposiciones cósmicas de un destino escrito, de un plan divino que a veces nos muestra sus cartas. Podemos pensar que el universo está moviendo nuestros engranajes siguiendo unos patrones disfrazados de libre albedrío y cuando nos topamos con una de estas casualidades, sentimos que se la hemos colado al marionetista, que no se ha dado cuenta de que habíamos echado un vistazo detrás de la cortina.

Yo soy de los que cree que las casualidades son eso, casualidades. No las subestimo en absoluto, muchos podemos contar nuestra historia saltando de una a otra, aunque eso no las convierta en sucesos mágicos. Pero reconozco un placer culpable en la idea romántica (y aterradora, de alguna forma) que insinúa algo más detrás de ellas.

El otro día estaba en el trabajo (soy vendedor de informática en una gran superficie) y no me quitaba una canción de la cabeza. Sonaba en segundo plano en mi mente mientras hablaba con compañeros y clientes. Y en los momentos en los que no interactuaba con nadie, pedía paso con fuerza pasando a un primer plano, haciéndose camino como un torrente sonoro, rompiendo la presa y saliendo al exterior en forma de tarareo, silbido o susurro.

Se trataba del “Back To Black” de Amy Winehouse sonando en mi cerebro con la acústica de una catedral.

Y así, repasando arriba y abajo la canción, pasaba el rato mientras me dedicaba a mis tareas.  

De repente, un cliente me dijo:

-Disculpa ¿Esto lo puedo pagar aquí?

-Por supuesto – Dije yo –

Observé que llevaba un disco de vinilo. El chaval me preguntaba si lo podía pagar allí, porque la sección de discos quedaba alejada de la mía.

El LP en cuestión era la BSO de “Pulp Fiction” una de mis películas favoritas (la que más veces he visto en una sala de cine) y rápidamente se sucedieron en forma de interferencias, ráfagas de canciones como el “Son Of A Preacher Man”, “Jungle Boogie”, “Girl, You´ll Be a Woman Soon” o “Stuck In the Middle With You” que se coló, porque no era de aquella peli, pero las fronteras empezaban a estar difusas y claro… ya tu sabes.

Pero Amy no se dejó chafar y enseguida se impuso con su voz de otro tiempo, susurrándome al “oído”:

And I’m a tiny penny

Rolling up the walls inside

Cuando cogí el disco desde detrás del mostrador para poder cobrárselo al cliente, descubrí que en realidad debajo de “Pulp Fiction” había otro LP. Era, como habréis imaginado, el “Back To Black” de Amy.

Me quedé absorto unos segundos que creo que se hicieron inquietantemente largos para el cliente que esperaba que se los cobrase y los metiese en una bolsa.

La música había cesado en seco dentro de mí. Sólo escuchaba mi respiración (amplificada por la dichosa mascarilla) y muy de fondo algún villancico del hilo musical de la tienda.

Ahí estaba ella en aquella portada, sentada en un taburete (crucemos la línea romántica que convierte las simples casualidades en eventos cósmicos… solo un poco, va. No me seáis sosainas) mirándome con sus ojos marrones, con esa pizarra al fondo, disimulando su expresión de:

-Por su cara diría que este pavo ha escuchado mi mensaje… ¡Wala que fuerte!

Poco a poco como desde muy lejos, comenzaba la música de nuevo

Black, black

Black, black

Black, black

Black

I go back to

I go back to

Ni siquiera los pitidos al leer los códigos de barras fueron capaces de joderme aquel crescendo que venía desde el otro lado y que llegó al apoteósico final cuando metí los vinilos en la bolsa, le di su ticket, las gracias, y vi como se daba la vuelta y se marchaba a seguir con sus compras navideñas.

We only said goodbye with words

I died a hundred times

You go back to her

And I go back to

We only said goodbye with words

I died a hundred times

You go back to her

And I go back to black

Al rato, todo volvió a la normalidad, ya sabéis. El comercio en navidad tampoco da mucho tiempo para entablar diálogos metafóricos con artistas tristemente desaparecidos.

En seguida Mariah Carey ya me estaba cantando (a mí y a todas las personas presentes en la tienda) que soy todo lo que quiere por navidad. Así sin más. Sin conocerme de nada.

Al final de la jornada, llegué a casa, me duché, cené y me puse frente a la pantalla de mi ordenador, a ver si conseguía vencer el bloqueo que me perseguía desde unas semanas atrás, impidiéndome escribir nada que poder compartir con vosotros y vosotras que estáis leyendo esto ahora mismo.

Escribí el título provisional de “Chasing Amy” (Llegados a este punto,  habréis averiguado si al final se quedó como título definitivo o no ¿Mola eh? Es interactivo esto. Como un libro de “Elige tu propia aventura” defectuoso o mal entendido)

Y escribí todo lo que estáis leyendo ahora mismo del tirón.

No sé si os ha resultado interesante en algún punto o si os habéis entretenido leyéndolo.

Quizás lo habéis dejado a medias u os ha parecido una gilipollez y habéis pensado “A nadie le importa” como esos memes que inundan las redes cuando alguien habla de sus propósitos para el año nuevo o de sus vivencias en el que dejamos atrás.

Pero tenía que saldar una deuda con Amy.

Ella vino al curro a verme y me dijo:

-Nene. Tienes que volver al negro.

Y eso acabo de hacer…

Volver al negro de mis textos sobre la hoja en blanco del “Word”

Ebony, ivory, living in perfect harmony…

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