Fuckable Men

Marta encuentra entre sus cosas una libreta de cuando era adolescente. En ella están apuntados los nombres de 100 hombres con los que se plantea encuentros de distinta naturaleza.
Marta Díez San Millán

14/100. Jim Carrey

Era tartamudo y trabajaba en la bolera de Trobajo del Camino en la época en que comenzamos a tratarnos. Yo le ayudaba a prepararse el examen oral de acceso a la universidad para mayores de 25 años y él no me cobraba el alquiler de las zapatillas. Solía llevar camisetas con lemas aleatorios, desde simpáticas protestas anticapitalistas como “Eat the Rich” hasta arrebatos soeces en plan “No todas las salchichas son cancerígenas” y una flecha señalando a su pene.

Era idiota, sí ¿qué hacemos? También era muy alto, y muchas madrugadas, con la bolera cerrada, me aupaba en sus hombros y limpiaba las pistas deslizándose sobre dos mopas. Era como volar dentro de una película teen ochentera de John Hughes.Su histriónico y elasticidad facial al límite me hacían verlo como un ser de luz, asexuado e inmune a mis encantos. Pansexual hasta la médula; como un gamer. Su aparente ausencia de interés amatorio me provocaba unas ganas incontenibles de hacer chistes verdes y comentarios muy poco educados aludiendo a su genital. Frases hechas de muy mal gusto, desafortunadas y muy poco graciosas como: “¿Eso que le echas al café bombón es leche condensada o ya se te han acabado los calcetines?”.

El reía nervioso mostrando aquella quijada suya de una albura polar, lograda a base de chicles blanqueantes de Hacendado y me recomendaba algún artista musical, dando volantazo tras la alusión a su semen. También es normal.Una madrugada, leyendo el monólogo interior de Molly Bloom en el Ulises – que como no tenía comas se atropellaba vivo, el pobre – cuando empezó a subir la temperatura del relato, paró en seco y cerró el libro de tapa (muy) dura. Poniendo aquellos ojos redondos de simio loco me espetó: “Dedede…-dedesnúdate. Ha ha hagámoslo aquí y hagá y hagá y hagámoslo ahora.” Cuando pude cerrar la boca tras la impresión, las luces de la bolera se habían apagado, igual que si la peli fuera para Todos los públicos y se tuviera que fundir a negro en el momento de la cópula. Al volver la luz, 17 minutos más tarde, recitó a la cachonda Bloom de golpe. No volvió a farfullar jamás. El tío.